Reflexiones actuales

por Emiliano Rodríguez Briceño
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La democracia de los libros de Alexis de Tocqueville, de Norberto Bobbio y de Jesús Reyes Heroles no relatan la mínima concurrencia plebiscitaria que se ha dado en los últimos 100 años mexicanos, porque ellos jamás imaginaron una consulta innecesaria y una pregunta inefable en un país de democracia más o menos evolucionada.

La ciencia del derecho no siempre coincide con la política de justicia. Así, Kelsen, Mazeaud, Calamandrei, Carnelutti y Radbruch nunca consideraron el batidillo inmundo que nuestros gobernantes y sus asesores hicieron en una reforma procesal penal que es indigna hasta de un estudiante de licenciatura de mediocres calificaciones.

La ciencia de la pedagogía suele apartarse de la política educativa porque toda la sabiduría de Immanuel Kant, de Enrique Pestalozzi, de Enrique Rébsamen y de María Montessori no puede aplicarse directamente, sino que llega a los niños a través de los maestros del SNTE y de la CNTE.

La ciencia de la medicina no se apareja con la política de salud pública porque en los microscopios de Koch, de Cajal, de Carrel, de Fleming y de Pasteur no se veía la miseria de 50 millones de desnutridos ni la penuria de los institutos públicos de seguridad médica ni el desabasto de medicamentos ni la presencia de López-Gatell.

En la política, los hombres son un experimento. Cuando elegimos a un presidente, éste nunca ha sido presidente y tan sólo nos promete que será el mejor de nuestra historia. De nosotros depende que se lo creamos y nos la juguemos. Si sumáramos a los electores de las últimas cinco sucesiones presidenciales, veríamos que la mayoría está decepcionada y arrepentida. Pero no sólo del desempeño de sus elegidos, sino del desacierto de su elección.

No estamos totalmente seguros de si fueron los elegidos los que fallaron como presidentes o si fueron los ciudadanos los que fallaron como electores.

¡Vamos!, no sabemos si culpar al que luce en el retrato o si culpar al que sufre ante el espejo.

Reflexiones copiadas de un artículo de José Elías Romero Apis, sin su autorización.

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jorge pinedo rivera 1 septiembre, 2021 - 5:10 pm

Creo que todos tenemos que dar la batalla de nuestra trinchera para que se llegue a mejorar nuestro país, o por lo menos en lo que tenemos posibilidades de intervenir.

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