Se ha terminado el llamado mes de la patria, los aniversarios del inicio de una guerra por la independencia y de su consumación tras once años de luchas, con el surgimiento y muerte de muchos de nuestros más mentados héroes, unos reales, otros inventados y muchos desconocidos, que probablemente lucharon por un ansia de libertad sin tener claros sus objetivos ni sus consecuencias. Dos siglos de un México todavía en creación y muchas veces al borde del colapso.
Una patria que nos enseñan a amar desde pequeños, sin enseñarnos lo que es y lo que debiera ser. Enseñanzas que hacen a unos patrioteros de fiestas y borlotes y a muchos indiferentes de su significado.
Algunos aprendemos a amar el concepto y nos identificamos con los ideales propios de la inocencia que no logran romper los desengaños diarios. Seguimos creyendo en los héroes sin conocer a fondo sus pies de barro. Odiamos a nuestros villanos nacionales que tuvieron también sus méritos.
Y cuando maduramos, cuando logramos entenderlos más que como héroes y villanos, como hombres que vivieron su momento y que para bien o mal, tomaron decisiones que de una forma u otra construyeron lo que hoy es nuestro presente, seguimos por costumbre celebrando a unos y olvidando a otros.
No se ustedes, pero a mi me duele nuestra patria. Me duele que no sepamos hacer de ella un legítimo motivo de orgullo que podamos mostrar a nuestros hijos, a nuestros nietos y a los que vengan después. Me duele nuestra gente sin futuro cierto, sin servicios, sin salud, sin educación y sin esperanzas, que crean que con solo poder cruzar una frontera podrán vivir mejor. Me duele no haber sabido como hacerla mejor y lo que supe, no haber podido hacerlo a plenitud. Si creyera que no se pudo haber hecho más, quizá me resignara, pero se que pudimos haber hecho más, mucho más, pero todo se perdió en ambiciones, depredación y ansias de poder.
Y eso genera una pena y un dolor que no se debe callar, aunque nadie nos oiga, aunque a nadie le importe. Aunque pueda generar burlas o ser tomado a loco, creo que deberíamos sentir esa pena y ayudar a quienes puedan hacer algo todavía.
Patxi Andión cantó:
“Y en mi guitarra quisiera
dejar la pena llorar
romper la monotonía
de este pueblo en carnaval
de este pueblo que me duele
cada día más y más
Y que es una inmensa pena
que me tengo que callar.”
Es una canción que, con su bronca voz, expresa verdaderamente el dolor de una pena que no se debe callar.
Solo espero que a alguien le ayude a reflexionar. Para quienes quieran conocerla, les comparto la letra completa:
“ME ESTÁ DOLIENDO UNA PENA
Me está doliendo una pena
Y no la puedo parar
y se revuelve en silencio
tumba abierta en soledad
y quiero hacerla cometa
para poderla volar .
Me está ganando esta pena
y no la quiero ceder
y busca por ser palabra
y es por hacerse entender
en brazos de mi guitarra
y la tengo que esconder.
Y en mi guitarra quisiera
dejar la pena llorar
hacerla surco en el tiempo
hacerla tiempo en el mar
hacer con la mar un viento
que se la pueda llevar.
Me esta doliendo esta pena
acuñada en el portal
de este vacío sonoro
que no sabe adonde va
de este vacío que lloro
por quererlo remediar.
Y en mi guitarra quisiera
dejar la pena llorar
romper la monotonía
de este pueblo en carnaval
de este pueblo que me duele
cada día más y más
Y que es una inmensa pena
que me tengo que callar.
Me esta doliendo una pena
Y me tengo que callar.
Patxi Andión