Responsabilidad

por Emiliano Rodríguez Briceño
0 comentario

Mientras hacía ejercicio, la tele prendida para aportar algo de ruido, por uno de los noticiarios matutinos pasaron un pequeño reportaje sobre una manifestación en Hermosillo en recuerdo de los 24 años del incendio de la guardería ABC que causó la muerte de muchos de los niños que ahí se encontraban en ese momento. Una madre de los pequeños desaparecidos decía -… y siguen sin hacernos justicia, nadie está en la cárcel, las reparaciones económicas de que sirven si nadie está en la cárcel…- su expresión me dejó reflexionando sobre la justicia, la culpa y el castigo.

Definitivamente no soy un filósofo y mucho menos un jurista, pero esos conceptos siempre me han hecho pensar y cuando situaciones como la de la guardería mencionada ocurren, no puedo evitar pensar en las incongruencias de nuestros sentimientos, que muchas veces se transforman en acciones y algunas quedan sujetas a leyes y juicios igualmente carentes de sentido a la luz de análisis de cómo sentimos y reaccionamos los seres humanos, dotados supuestamente de conciencia y sentimientos.

Si cinco o seis personas, el número sería irrelevante, estuvieran en la cárcel ¿los padres afectados estarían satisfechos y las manifestaciones no tendrían objeto? ¿se habría hecho justicia? En lo único que estaría de acuerdo es en que el hecho no debería olvidarse y en que algo se debería estar haciendo, además de lo que se haya hecho, para que una situación semejante no se repitiera.

La responsabilidad que asumimos o que se nos otorga y la aceptamos es la que deriva, cuando la incumplimos, en posibles culpas, al margen de los sentimientos de culpa en que vivimos sumidos por las enseñanzas religiosas, las cuales a veces tienden a complicar la aplicación de determinación de culpables.

La culpa es de quien conscientemente realiza un acto para provocar algo, o de quien viola una ley, o de quien no respeta normas de seguridad, o de quien tiene la responsabilidad de supervisar la seguridad y no lo hace, o también de quien no se asegura de que el lugar donde vive o donde deja a sus hijos, cuente con la seguridad requerida para que no se den situaciones de riesgo.

¿Creemos que hubo personas que conscientemente pudieron provocar el incendio? ¿Existen leyes y normas claras que definan la responsabilidad en forma explícita de los participantes? ¿Existen normas y procedimientos de supervisión que no se cumplieron, dando lugar a la desgracia? ¿Los locales para cualquier fin de reunión o estancia de personas son debidamente supervisados en cuanto a sus normas y mecanismos de seguridad previos a ser utilizados? ¿Nos preocupamos como sociedad de exigir que todas las normas mencionadas existan y se cumplan?

Lo terrible es que como sociedad nos desentendemos, pero reaccionamos violentamente cuando el derrumbe de una escuela, el incendio de una guardería nos enfrenta al dolor común que como seres sintientes enfrentamos ante la muerte y las heridas en personas concretas. Y se clama por culpables para colgarlos sin pensar en que solo hacen y han estado haciendo lo que la sociedad les permite.

Porque en la medida de la identificación de culpables y en el clamor por su castigo, estamos diluyendo la responsabilidad de la sociedad, estamos diluyendo nuestra propia responsabilidad.

En Hermosillo, en Sonora, en México entero, después del incendio en la guardería ABC, ¿se han mejorado las condiciones de seguridad de todas las guarderías? Bueno, la 4T las ha suprimido ¿se han elaborado mejores normas de seguridad? ¿se ha aumentado la supervisión de todos los locales, escuelas, centros de reunión, centros de trabajo o centros de migrantes en cuestiones de seguridad?

Ni el castigo de culpables, ni la remediación económica devuelven la vida a quienes se fueron. Pero podemos evitar que otras vidas se pierdan si como sociedad exigimos que se actúe atacando las causas que propiciaron lo ocurrido.

Pero la sociedad no existe, solo existen los individuos, las personas. La sociedad no asume responsabilidades, las asumimos cada uno de nosotros. Aunque no queramos, aunque nos resistamos, somos responsables. No podemos diluir nuestra responsabilidad en el grupo, en la sociedad o en el partido. Soy responsable de mi familia, de mis hermanos, mis vecinos y en último caso de mis adversarios y enemigos.

Más allá de guarderías y escuelas tenemos que sentirnos responsables cada uno de lo que está sucediendo.

Te puede interesar

Deja un comentario