Reflexiones de Dune

por Emiliano Rodríguez Briceño
0 comentario

Sobre un texto de Frank Herbert

La religión como una verdadera emulación de los adultos del comportamiento de los niños, enquista las mitologías pasadas: suposiciones, ocultas hipótesis de confianza en el universo, pronunciamientos hechos en busca de poder personal, todo ello mezclado con jirones de ilustración. Y siempre un mandamiento no formulado: ¡No harás preguntas! Aunque rompamos diariamente este mandamiento. Su función es el enjaezamiento de la imaginación humana a nuestra más profunda creatividad.

La lección más dura de aprender para un rebelde es que siempre tiene que ir hasta el límite. Tu mente y tu conciencia te llevarán más lejos de lo que imaginas. No imagines, pues. ¡Extiéndete!

¿Cuál es la respuesta de la educación formal? ¿Que fuimos enseñados con mentiras a engañar?

Sacar a la superficie los esquemas de la infancia y la educación formal. Aprendemos a engañar cuando niños. Estimular una necesidad y atraer la atención. Luego los esquemas se ampliaban. Cuanto más mayor se hace uno, más fácil era el engaño. Hemos aprendido que la gente grande es exigente. Regurgitamos bajo demanda. Eso era lo que llamaban «educación».

Para rebelarte no te pido que seas honesto conmigo. Sé honesto contigo mismo.

Es desesperante desenterrar alguna vez todos los engaños del pasado. ¿Por qué deberíamos? ¡Más engaños!

—Las burocracias educacionales embotan la sensibilidad indagadora de los niños. —¿Por qué? —. Los jóvenes deben ser desalentados. Nunca les dejes saber el bien que pueden hacer. Eso trae consigo el cambio. Gastan montones de tiempo hablando acerca de cómo tratar a los estudiantes excepcionales. No pierdas ningún tiempo tratando de explicar cómo el maestro convencional se siente amenazado por los talentos en ciernes y los aplasta debido a un deseo profundamente arraigado de sentirse superior y seguro en un entorno seguro.

¿Maestros convencionales?

Tras la fachada de sabiduría, los maestros deben ser no convencionales. A menudo no pensar en la enseñanza; simplemente actuar.

El pensamiento impresiona. Sinceridad y honestidad. Todos los alumnos deben oír eso.

—Herramientas básicas de aprendizaje — Estoy siendo tan sincero contigo que tengo que hablarte de mi constante honestidad. Y las acciones tienen que confirmar la afirmación.

¡Pero tengo talento! ¿Se requiere talento para llegar a ser rebelde?

¿Tengo que seguir pensando en mí mismo como un rebelde? ¿Qué habilidades debo poseer? No las habilidades del engaño.

—¿Concuerdan las acciones con las palabras? Esa es la medida de vuestra integridad. Nunca os confinéis a las palabras.

—¿Cómo separar la verdad y la sinceridad de un juicio más fundamental?

—Si te convences a ti mismo sinceramente, puedes decir auténticos disparates (maravillosa y antigua palabra: paladéala), absolutas necedades en cada palabra, y ser creído. Pero no eso nunca será la Verdad.

—Contempla las consecuencias. Así es como averiguas las cosas que funcionan. Eso es lo que son las verdades por todas partes.

¿Pragmatismo?

—Intenta evitar el complicar las cosas — Sinceridad y honestidad.

¿Qué decisiones has estado tomando?

La educación formal te deja prácticamente incapaz de tomar decisiones.

—¿Es eso cierto? —

—Típico de las sociedades hambrientas de poder. Enseñan a la gente a retirarse siempre. «¡Las decisiones traen malos resultados!». Enseñan a evitarlas.

Los peores productos de lo descrito es producir personas que son casi como niños de pecho… no pueden tomar decisiones acerca de nada, o las dejan hasta el último segundo posible y luego saltan a ellas como animales desesperados.

—¡Es necesario llegar hasta el límite! —Tus límites. No los míos. No los de cualquier otro. Los tuyos.

Y entonces las palabras que no han tenido ningún significado hasta este momento, lo tendrán.

—Estoy ante la sagrada presencia humana. Del mismo modo que ahora, así estaré cada día. Deseo ante tu presencia que así sea. Permitamos que el futuro permanezca incierto porque es la tela donde recibir nuestros deseos. Así se enfrenta la condición humana a su perpetua tabula rasa. No poseemos más que este momento en el que nos dedicamos constantemente a la presencia que compartimos y creamos.

Convencional, pero no convencional. Probablemente no hemos estado preparados ni física ni emocionalmente para ese momento. Sigamos hasta sobrepasar nuestro límite.

Te puede interesar

Deja un comentario